234. Asilo de las Nieves

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     ANTES                                                                                                                                              AHORA                                             
Hace un siglo, por estas fechas, centenares de obreros se afanaban en los últimos detalles del que se iba a convertir en el mayor edificio de Vitoria desde que se levantara la catedral gótica de Santa María. El Asilo de Las Nieves, obra de caridad de dos prohombres alaveses, Juan Cano y Aldama y el marqués de Urquijo, se confirmaba como la herramienta asistencial de la Diputación de Álava en una capital que en aquel entonces era ciudad de curas, monjas y militares. 
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El 4 de agosto de 1907, el rey Alfonso XIII inauguraba este gran complejo, convertido hoy en la biblioteca del campus de la Universidad del País Vasco. Vitoria era entonces una ciudad pía, con un Obispado poderoso que controlaba la vida de los ciudadanos hasta el límite. Así que no extraña que la beata moral católica recomendara la construcción de una ciudad paralela en la que acoger a los viejos, los pobres, los locos y los huérfanos de la ciudad. El historiador Antonio Rivera recuerda los momentos de esplendor del asilo, hacia mediados del siglo XX, cuando llegó a contar con un millar de internos. "La previsión alcanzaba que al menos uno de cada cien alaveses podía coincidir en el centro por su condición de pobre, alienado, loco, desvalido, abandonado, ido, dejado, madre soltera, impedido o expósito y sin recursos". Y no se crea que los internos pobres se avergonzaban de su suerte: había hasta lista de espera para acceder a Las Nieves.

Cada dos años se repasaba la situación en la que se encontraba cada cual. A los que se alojaban en el asilo, se les facilitaba ropa, comida y cama, además de posibilidad de aseo y un puesto de trabajo. Los salarios iban a un depósito de ahorro que, a la salida, se les entregaba. Y aquellos que se encontraban en buenas condiciones podían pasear por el exterior e incluso visitar a sus familiares.

Eso sí, el reglamento era estricto. Aurora Herrera y Marixa Larreina lo recogen en un libro de próxima publicación. "Tenían la obligación de cumplir los deberes del buen católico y una larga lista de prohibiciones: palabras y conversaciones irreligiosas, inmorales y deshonestas y escandalosas; raterías y hurtos, juegos ilícitos y abuso de bebidas alcohólicas, la tenencia de armas y cualquier acción u omisión que contraviniera las disposiciones de sus superiores".

Los "alienados", así se les llamaba, residían aparte, divididos en furiosos, agitados y tranquilos. Y las razones por las que ingresaban eran múltiples. Además de los casos agudos, también llegaban muchos enfermos que hoy reciben atención externa. E incluso un grupo de brigadistas internaciones que estuvo en el campo de concentración de Nanclares de la Oca. El último de ellos con vida fue un polaco que no sabía hablar español y que se encerró durante más de 40 años en un mutismo absoluto, como recuerdan trabajadores del actual Hospital Psiquiátrico de Vitoria.

Este centro ejerce hoy como heredero de Las Nieves, en cuyas dependencias se mantuvo hasta 1994. Pero la psiquiatría actual poco tiene que ver con la que durante decenios se practicó en algunas zonas de Las Nieves. Porque era más que un manicomio, como refleja la exposición que se puede visitar hasta el 31 de enero en la sala Amárica. Ahí se puede ver cómo las monjas de las Hijas de la Caridad, con sus tocas de amplio vuelo, atendían a los recién nacidos que madres solteras dejaban en el torno del asilo; o a severos capataces que ordenaban el trabajo de la imprenta provincial, uno de los varios talleres que alojaba el edificio.

Los internos estaban separados en pabellones de hombres y mujeres. Las terapias para los alienados, hasta los años sesenta, en que aparecieron los primeros fármacos, no pasaban del electrochoque, la lobotomía y, para los más tranquilos, la laborterapia.

Con la llegada de la democracia, al rebufo de las nuevas prácticas psiquiátricas, con abundante presencia de fármacos, y también de las teorías de lo que se da en llamar la "antipsiquiatría", comienza a cambiar el asilo de Las Nieves. A partir de 1977 con el Plan de Reestructuración Psiquiátrica Provincial, "se producen grandes cambios en el sistema establecido y se pone el punto de mira en la atención psiquiátrica en la comunidad" recuerdan Herrera y Larreina en su monografía.

En el antiguo manicomio se comenzaron a aplicar algunas de las terapias hoy dominantes, como las intervenciones psicoterapéuticas individuales, familiares y grupales. Se trataba de buscar el regreso del paciente a su entorno, con numerosas actividades de rehabilitación. Después de tantos cambios internos, queda el reconocimiento de la sociedad para con estos enfermos. "Hoy, el Hospital Psiquiátrico de Álava nada tiene que ver con aquel asilo de Las Nieves que acogía a los marginados de Álava", dice uno de sus responsables.

(Fuente del texto: Txema G. Crespo)  -  (Fuente de las fotografías: Archivo Municipal / Internet) 

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