232. La fuente del Mineral (2)

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     ANTES                                                                                                                                               AHORA                                             
El 5 de abril de 1727, el alcalde de Vitoria informó al pleno del Ayuntamiento del descubrimiento de una fuente de aguas medicinales en un sombrío bosquecillo, no muy lejos de la ciudad. Pero, hasta 1819, no se hicieron los primeros análisis químicos, cuyos resultados confirmaron las cualidades hidrógeno-sulfurosas de aquellas aguas. Pronto se extendió el rumor de que las aguas que brotaban del manantial vitoriano no sólo aliviaban molestias digestivas, también “ahogaban” las penas.
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El oscuro lugar, que ya ejercía una poderosa atracción sobre los vitorianos, comenzó a atraer viajeros procedentes de las provincias vecinas, por lo que, en 1820, el Consistorio decidió construir una plazoleta y una fuente.

Para facilitar el acceso a la zona, en 1822, se creó un sendero que iba desde el parque de El Prado hasta El Mineral y, en 1866, se habilitó un paso para carruajes y una casa destinada a la persona encargada de servir el agua a quienes la pidieran. Ciento treinta años después, un incendio redujo a escombros esta casita, la única que se levantaba junto al manantial; enseguida sería sustituida por un restaurante bioclimático. 

En el año 2002, se recuperan los caminos, se renueva la plaza y se mejora la iluminación. El Mineral vuelve a ser un jardín cuya oscuridad y hermosura encantan a los paseantes. Hace 275 años se encontró, muy cerca de Vitoria, un pequeño caudal de agua que manaba a ras de tierra. Reconocido por los médicos de la ciudad, que lo declararon “de grande utilidad y beneficio para diferentes achaques y con especialidad muy eficaz para obstrucciones, mal de orina y otras enfermedades”, el manantial se hizo tan famoso que incluso habitantes de otras ciudades iban con sus cántaros a la fuente de El Mineral. Tanto ir y venir de jarrones y vasijas acababa por revolver el fondo de la poza, enturbiando el agua. A esto había que añadir el que, como dicen los documentos de la época, “se limpiaban y bañaban las manos los que tenían sarna y otras asquerosas enfermedades”. De modo que el Ayuntamiento tuvo que hacerse cargo de acondicionar la fuente, “encajándola con su arca de piedra y con su caño de llave para que se pudiera tomar el agua con limpieza”.

A esta primera inversión municipal le siguieron otras. En 1822, se abrió un paseo peatonal a través del cual, desde el parque de El Prado, se podía acceder fácilmente a la fuente de El Mineral. Cuarenta y cuatro años más tarde, en 1866, el Ayuntamiento construyó un camino para que se pudiera llegar al jardín también en carruaje, y una pequeña casa, donde vivirían un tal Valerio, primero, y Francisca Pérez, después, ambos encargados de cuidar de la fuente durante sesenta y cincuenta años, respectivamente. A sus ochenta años, Francisca seguía acudiendo todas las madrugadas, puntualmente, a disponer vasos, azucarillos y pedernal para los fumadores.

Durante años, el mágico jardín sirvió de escenario para las verbenas de las noches de San Juan. Pero, la extensión de la ciudad contaminó las aguas del manantial y el lugar quedó convertido en un barrizal envuelto en sombras de castaño, hasta hoy. Esta primavera, El Mineral luce recién reformado: la fuente está limpia, rodeada de árboles, de flores, de luz. Una vez más, ha sido el Ayuntamiento de Vitoria-Gasteiz, a través de su servicio de Parques y Jardines, el encargado de restaurar los trazados de los caminos, tanto el circular que rodea la fuente como el que atraviesa el parque, revestir el suelo con gravilla blanca, elevar la plaza central e instalar focos; todo por 143.183 euros. Aunque el camino esté húmedo todavía, las obras ya han terminado. Que se pueda pisar es sólo cuestión de días, y de que cesen las mil lluvias de abril.

(Fuente del texto: Ainara Miguel Sáez de Urabain)  -  (Fuente de las fotografías: Archivo Municipal / Internet) 

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