ANTES (Fuente de las fotografías: imágenes de Internet) AHORA
La expansión urbana de Vitoria comenzó a finales de los cincuenta y principios de los sesenta. Fue el momento de la construcción de la larga lista de parroquias vitorianas, entre ellas la de San Cristóbal.
Todas fueron levantadas en la década de 1960. Pero la más antigua de las parroquias de la Vitoria moderna, la que hizo el número cinco, se acabó de edificar en plena República, en 1935, como el aeropuerto de Salburúa. Fue abierta al culto en 1936 y el autor del proyecto y director de la obra fue el sacerdote Pedro de Asúa.
Pedro de Asúa fue fusilado por milicianos poco después. Fue diseñador también de uno de los grandes edificios de la capital, el Seminario Diocesano. Seguramente, el arquitecto Jesús Guinea hizo los planos.
La iglesia es de una gran sencillez. Tan blanca, recuerda a los templos de las misiones americanas con su espadaña de tres vanos, simple y racional. Es rectangular con tres naves construidas con ladrillos y enlucidas con cemento en el exterior y pintura en el interior. Una de las cosas que más llaman la atención es su techumbre de madera de pino, pintada de color oscuro, plana sobre la nave central y con ligero desnivel sobre las laterales, descendiendo suavemente hacia el presbiterio.
San Cristóbal es muy rara como iglesia porque no es un edificio exento, entroncado en la manzana de casas sin solución de continuidad. El motivo es que se levantó sobre unos talleres de carpintería que donó un feligrés, Norberto Mendoza.
Adosados al edificio parroquial hay una serie de locales adscritos como las dos viviendas para los sacerdotes y salones diversos. Es evidente el estilo funcional y el abandono de lo suntuoso. Edificios amplios y baratos que sirven para el culto y hechos con materiales poco nobles como el cemento o el ladrillo. La madera es la que le da un toque regionalista, al estilo de las iglesias de Iparralde.
Fue inaugurada el 3 de noviembre de 1935. Se le puso San Cristóbal porque este era el nombre del barrio, más allá de las vías. Hubo un gentío enorme, satisfecho porque se hubiera dotado a la zona de parroquia y escuela católica, según las crónicas. El obispo Mateo Múgica tenía un lema ”debajo de cada campanario una escuela católica”. Fue levantada con dinero de los feligreses y la propia diócesis.
El más generoso de aquellos feligreses tiene una placa que recuerda su gesto. Se llamaba Norberto Mendoza. El mármol recuerda también a su esposa Mari Carmen Caballero. Donaron los terrenos y pabellones industriales de carpintería y pintura que habían sido reconvertidos en templo y escuela; el centro escolar era conocido como ‘Escuela Mendoza’. Daban clases los religiosos de San Viator y una gran maestra, Nati Lengarán.
Norberto Mendoza fue un personaje particular. Escribía en la prensa del momento y usaba el seudónimo ‘El Duende del Campillo’. Llegó a ser concejal y alcalde en funciones en los años cuarenta. Promovió la construcción del paso inferior sobre las vías del ferrocarril que unen las calles Rioja y Comandante Izarduy que fue finalizado en 1950 y que se conoce precisamente con el nombre de ‘El paso del duende’. Posteriormente, creó una industria de rótulos y carteles. Contaba con 257 obreros.
Entre las imágenes destaca el cristo crucificado procedente de la parroquia de San Prudencio de Armentia. Es de formas clásicas, de finales del siglo XVI. En uno de los ángulos está colocada la imagen de San Cristóbal del siglo XVIII.
(Fuente del texto: www.elcorreo.com)
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